Vivimos cómo si viviéramos ilimitadamente.
Actuamos cómo si nuestros actos no tuvieran repercusión en los demás.
Soltamos por la boca cómo si nuestras palabras no afectasen.
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Estamos tan lejos y tan cerca, al mismo tiempo, de los demás.
Nos separa un espacio en blanco en nuestras mentes inconscientes, en nuestros miedos internos, en nuestras propias indiferencias. Al no saber cómo actuar sobre ellas, más pensamos en la diferencia que supone que alguien no sepárese a nosotrxs.
Pero la igualdad de los seres humanos no nos hace crecer.
Si somos igualitarios no creamos diferencias y por lo tanto, no tendremos avance (interno).
No habrá evolución individual, ni grupal.
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Amar(nos) a cada unx por ser como es, sumar(te) lo que nos multiplique y no adquirir lo que nos reste. Diferenciarnos sobre la igualdad, es lo que nos hará ser en esencia.
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Porque cuando amamos a los seres humanos por la diferencia, supone nuestro reflejo de amor propio hacia los demás.
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