Llevamos un ritmo de vida que hace que estemos constantemente desconectadxs de nosotrxs mismxs.
Divagando como mendigos en lo externo.
Regalando nuestro tiempo como si fuera ilimitado.
Aceleramos nuestras vidas por el ritmo de fuera, sin ser conscientes de que así nos estamos alejando de lo que somos en realidad. Proyectando una vida desde fuera hacia dentro, repercutiendo enormemente nuestra conexión desde nuestro interior.
Vivimos como títeres sin cabeza, exponiéndonos a lo que se espera de nosotrxs y no lo que sentimos nosotrxs.
Enfocando nuestra vida en ese bucle de toxicidad llevándola al borde del abismo.
No somos conscientes, que todo eso que nos negamos, no se consigue ahí fuera (por mucho qué intentemos correr).
Lo único que necesitamos es pararnos y observar eso que tanto tememos y que tanto inconscientemente, huimos.
La solución reside dentro, pero debemos de ser valientes para escuchar lo que nuestro corazón grita.
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